Al igual que el Kamut, la espelta es un trigo antiguo de gran sabor y poder alimenticio. En el mediterráneo fue la base de la alimentación humana durante miles de años y luego cayó en desuso, pero hace algunos años se ha despertado el interés debido a que se tiene mayor consciencia de la importancia de la alimentación para una buena salud.
Es el trigo mejor tolerado por el organismo. Moderadamente calórico (unas 338 cal/100 g) tiene un mayor contenido de proteínas (14,5%) que el trigo común (11,5%).
Sus hidratos de carbono (60% en el grano crudo y 20% en el cocido) son mayoritariamente complejos y van acompañados de abundante fibra (10% y 4%, respectivamente), de ahí que presenten un índice glucémico bajo, es decir, que su asimilación en el organismo sea lenta y progresiva, aportando energía de forma prolongada.
Baja en grasas, en su mayoría monoinsaturadas, entre el resto de sus componentes figuran vitaminas del grupo B y E; minerales como magnesio, manganeso, fósforo, hierro, cobre, cinc, selenio o potasio y compuestos fitoquímicos que hacen de ella un cereal muy recomendable.
· Previene los problemas cardiovasculares y el colesterol.
· Mejora la función del intestino delgado.
· Fortalece el sistema inmunitario.
· Ayuda en la regulación de la coagulación sanguínea.
· Ejerce efectos depurativos en la sangre.
· Puede ayudar en algunos casos de diabetes de tipo 2 y en ciertos tipos de obesidad.
Cada vez es más habitual preparar diferentes platos con la espelta, utilizando el trigo para ensaladas, sopas y pilafs, o a través de su harina que es ideal para la preparación de productos de panadería, repostería y pastas artesanales.
Tomado de Cuerpo y mente.